No sé en que momento pasó, pero creo que he encontrado un nuevo motivo por el que sonreír, el motivo de esas noche en vela, pensando. Sí, pensando, pero pensando en él.
Tampoco sé si será bueno o no, al fin y al cabo, no sé como acabará todo esto. Puede que solo quede en algo pasajero, o que simplemente no me sea correspondido, pero en todo caso, me gusta esta sensación.
Me encanta dormir pensando e imaginando como sería nuestra historia, despertarme y ver que tengo un motivo por el que levantarme, porque solo el hecho de verle, me hace sonreír. Si el día está lluvioso, y tengo los animos bajos, es verle sonreír y mi estado de ánimo cambia.
Cuando me vacila, o me habla y me pilla desprevenida, hace que me sonroje y parezca un tomatito, y los dos nos riamos.
Me encanta observarle, cada gesto, cada sonrisa. Quedarme mirándole fijamente, hasta que me mira y los dos apartamos la mirada. Mirarle y darme cuenta de que me estaba mirando, y aparte la mirada con timidez. Y que al recordar todo esto me salga una sonrisa, me gusta mucho más.
Pero hay algo que lo supera a todo, cuando cruzamos las miradas por unos segundos y después miramos al techo disimulando, y consiga sonrojarme con tanta facilidad.
¿Él sentirá lo mismo que yo? Eso no lo sé, pero espero tener el coraje algún día de averiguarlo.